top of page
Buscar

Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva según Baltasar Gracián

  • Juan Díaz
  • 23 ago 2016
  • 6 Min. de lectura

Si hay un libro de desarrollo personal que recomiendo a mis alumnos del curso de gestión del tiempo “De Gracián a Harada” que organiza Ibercide o a cualquier desprevenido que se cruce en mi camino, este es “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, de Stephen Covey. Aunque apareció ya en 1989 sigue estando totalmente vigente y me parece una guía fabulosa para cambiar a mejor la vida de cualquiera.

Casualmente, este verano, en Finlandia, pudimos pasar una jornada con nuestra amiga Paula, responsable de operaciones en dicho país de la multinacional Opus Capita, y al comentarle que estoy escribiendo un manual de productividad personal salió a colación el libro de Covey.

-Espera un momento- me dijo. Se fue hasta el coche y volvió con él en la mano. -Precisamente lo estoy releyendo estos días-.

Una semana más tarde, en casa de una recién nombrada vicepresidenta de Nokia, también pude verlo en primer plano de su biblioteca. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, máxime teniendo en cuenta que se han vendido decenas de millones de ejemplares.

El hilo conductor de este libro es un esquema que Covey llama continuo de madurez y que integra estos 7 hábitos para la efectividad. Imaginemos la efectividad como una torre de 2 pisos con tres tramos de escalera cada uno. Cada tramo de escalera es un hábito te que lleva al siguiente. Los tres primeros tramos/hábitos:

  • Proactividad (cierto tipo de autocontrol),

  • Empezar con un fin en mente

  • Primero lo primero,

Te llevan al primer piso, el de la independencia. Llegar hasta allí es lo que Covey llama la victoria privada, ya que se trata de hábitos que afectan exclusivamente a uno mismo.

Los tres tramos siguientes:

  • Pensar ganar-ganar

  • Primero entender luego ser entendido

  • Sinergizar

Te llevan a lo alto de la torre, al nivel de la interdependencia. Conseguir llegar allí es la victoria pública, pues se trata de hábitos de relación con los demás.

Existe un séptimo hábito, el de afilar la sierra, el trabajo de mantenimiento físico e intelectual que permite que los otros 6 hábitos sean sostenibles en el tiempo.

El caso es, que aprovechando la época estival y a modo de divertimento, me ha apetecido emular a Covey usando los textos de otro protagonista de mi curso, el filósofo-sabio aragonés Baltasar Gracián. Gracián tiene la ventaja de que su prosa está llena de aforismos y por tanto se pueden descontextualizar sin que pierdan sentido y muchos de ellos encajan sorprendentemente bien en algunos de los conceptos de Covey a pesar de los aproximadamente 350 años que los separan.

Esta es mi propuesta de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva según Baltasar Gracián.

Hábito 1: Hombre inapasionable, prenda de la mayor alteza de ánimo.

Su misma superioridad le redime de la sujeción a peregrinas vulgares impresiones. No hay mayor señorío que el de sí mismo, de sus afectos, que llega a ser triunfo del albedrío. Y cuando la pasión ocupare lo personal, no se atreva al oficio, y menos cuanto fuere más: culto modo de ahorrar disgustos y aún de atajar para la reputación.

Nunca descomponerse. Gran asunto de la cordura, nunca desbaratarse: mucho hombre arguye, de corazón coronado, porque toda magnanimidad es dificultosa de conmoverse. Son las pasiones, los humores del ánimo y cualquier exceso en ellas causa indisposición de cordura; y si el mal saliere a la boca, peligrará la reputación. Sea, pues, tan señor de sí, y tan grande, que ni en lo más próspero, ni en lo más adverso pueda alguno censurarle perturbado, sí admirarle superior.

Nunca obrar apasionado, todo lo errará. No obre por sí quien no está en sí, y la pasión siempre destierra la razón. Sustituya entonces un tercero prudente, que lo será si desapasionado. Siempre ven más los que miran que los que juegan, porque no se apasionan (En la época de Gracián no existía el fútbol).

La libertad consiste en poder hacer lo que se debe hacer.

Hábito 2: Algunos obran y después piensan.

Aquello más es buscar excusas que consecuencias; otros ni antes ni después. Toda la vida ha de ser pensar para acertar el rumbo.

Hacer concepto. Y más de lo que importa más. No pensando se pierden todos los necios: nunca conciben en las cosas la mitad; y como no perciben el daño, o la conveniencia, tampoco aplican la diligencia.

Hábito 3: Pensar anticipado: hoy para mañana, y aun para muchos días.

La mayor providencia es tener horas de ella; para prevenidos no hay acasos, ni para apercibidos aprietos. No se ha de aguardar el discurrir para el ahogo, y ha de ir de antemano; prevenga con la madurez del reconsejo el punto más crudo.

No comenzar a vivir por donde se ha de acabar. Algunos toman el descanso al principio y dejan la fatiga para el fin: primero ha de ser lo esencial, y después, si quedare lugar, lo accesorio.

Hacen algunos mucho caso de lo que importa poco y poco de lo que mucho, ponderando siempre al revés. Muchos, por faltos de sentido, no le pierden. Cosas hay que se deberían observar con todo el conato y conservar en la profundidad de la mente. Hace concepto el sabio de todo, aunque con distinción cava donde hay fondo y reparo; y piensa tal vez que hay más de lo que piensa, de suerte que llega la reflexión a donde no llegó la aprehensión.

Hábito 4: Más se saca de la dependencia que de la cortesía.

Vuelve luego las espaldas a la fuente el satisfecho y la naranja exprimida cae del oro al lodo. Acabada la dependencia, acaba la correspondencia, y con ella la estimación. Sea lección, y de prima en experiencia, entretenerla, no satisfacerla, conservando siempre necesidad de sí aún al coronado patrón; pero no se ha de llegar al exceso de callar, para que yerre, ni hacer incurable el daño ajeno por el provecho propio.

Hábito 5: Buen entendedor.

Arte era de artes saber discurrir: ya no basta, menester es adivinar y más en desengaños. No puede ser entendido el que no fuere buen entendedor. Hay zahoríes del corazón y linces de las intenciones. Las verdades que más nos importan vienen siempre a medio decir; recíbanse del atento a todo entender: en lo favorable, tirante la rienda a la credulidad; en lo odioso, picarla.

Saber, o escuchar a quien sabe. Sin entendimiento no se puede vivir, o propio, o prestado: pero hay muchos que ignoran que no saben y otros que piensan que saben, no sabiendo. Achaques de necedad son irremediables, que como los ignorantes no se conocen, tampoco buscan lo que les falta. Serían sabios algunos si no creyesen que lo son. Con esto, aunque son raros los oráculos de cordura, viven ociosos porque nadie los consulta. No disminuye la grandeza ni contradice a la capacidad el aconsejarse. Antes, el aconsejarse bien la acredita. Debata en la razón para que no le combata la desdicha.

Hábito 6: No ser inaccesible.

Ninguno hay tan perfecto, que alguna vez no necesite de advertencia. Es irremediable de necio el que no escucha; el más exento ha de dar lugar al amigable aviso, ni la soberanía ha de excluir la docilidad. Hay hombres irremediables por inaccesibles, que se despeñan porque nadie osa llegar a detenerlos. El más entero ha de tener una puerta abierta a la amistad, y será la del socorro; ha de tener lugar un amigo para poder con desembarazo avisarle, y aun castigarle. La satisfacción le ha de poner en esta autoridad, y el gran concepto de su fidelidad y prudencia. No a todos se les ha de facilitar el respeto, ni aun el crédito; pero tenga en el retrete de su recato un fiel espejo de un confidente a quien deba y estime la corrección en el desengaño.

Hábito 7: Renueva tu brillantez.

El privilegio del fénix. La habilidad envejece y con ella su fama. La costumbre debilita la admiración y una mediocridad nueva frecuentemente eclipsa a la envejecida excelencia. Vuelve a nacer en cuanto a tu valor, tu genio, tu fortuna, en tu todo. Muestra novedad, aparece fresco cada día. Cambia también el escenario en el cual brillas, para que se sienta tu ausencia en los viejos escenarios de tus pasados triunfos, mientras la novedad de tus poderes gana el aplauso en los nuevos.

Estar en la cima de la perfección. No se nace hecho. Cada día uno se va perfeccionando en lo personal y en lo laboral, hasta llegar al punto más alto, a la plenitud de cualidades, a la eminencia. Algunos nunca llegan a ser cabales, siempre les falta algo; otros tardan en hacerse.

Gandhi dijo que si quieres cambiar el mundo debes empezar por cambiarte a ti mismo.

Si estás dispuesto a cambiar para que cambien las cosas, te recomiendo que te pongas en contacto con la delegación más cercana de Impulso Coaching de Negocios, la mejor manera de conseguir tus objetivos y los de tu empresa.

 
 
 

© 2023 by BI World. Proudly created with Wix.com

bottom of page