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Estableciendo objetivos eficaces: Una PERLA EN MARTE

  • Juan Antonio Díaz
  • 14 may 2016
  • 4 Min. de lectura

Debería ser materia dominada y por ello no dejo de sorprenderme cada vez que descubro que la fijación de objetivos sigue estando para muchos en el dominio de la voluntariedad más que en el de la estrategia y que se confunden a menudo con sueños o deseos. Es común encontrar objetivos claramente inalcanzables y por tanto nada motivadores u objetivos que se declararán o no conseguidos en función del buen humor de aquel que los define.

Existen muchos acrónimos para la definición de objetivos. Yo propongo este, totalmente original, para conceptos que no lo son en absoluto, ya que provienen del libro de John Whitmore “Coaching” aparecido en 2009.

Mi propuesta es que los objetivos eficaces deben ser una PERLA EN MARTE.

Empecemos por el final. MARTE es el acrónimo castellano para el equivalente inglés SMART. Significa:

Medible: No puede haber dudas sobre si el objetivo ha sido alcanzado o no, o incluso en que porcentaje se ha alcanzado o excedido. Además, lo que se mide se puede mejorar.

Acordado: El padre de un amigo estuvo prisionero en Alemania durante la segunda guerra mundial trabajando en una fábrica de armas. Los nazis les obligaban a trabajar mientras los operarios hacían todo lo posible para sabotear sus productos sabiendo que iban a ser utilizados contra sus compatriotas y aliados. Es bastante inútil o al menos arriesgado, obligar a alguien a hacer algo que no quiere hacer. Sin un compromiso voluntario el objetivo no será más que la expresión de un deseo.

Realista: Parece el más evidente de estos conceptos y sin embargo es uno en los que se falla estrepitosamente. Recuerdo el caso de una importante multinacional del afeitado en una de cuyas convenciones de ventas se anunció que se iban a alcanzar unos resultados récord gracias a la convicción. Todos debían convencerse de que esos magníficos resultados iban a ser realidad. La lógica tiende a imponerse y pretender cambiar los resultados sin cambiar nuestras acciones es poco convincente, de modo que la convención fué un éxito pero a fin de año los objetivos no se alcanzaron. Necesitamos más que un buen discurso para hacer nuestro un objetivo y resultará del todo inútil si sospechamos que no está realmente a nuestro alcance. No confundamos reto con imposible.

Temporal: Debemos establecer un marco temporal, una fecha para la consecución del objetivo y mejor aún si somos capaces de establecer metas intermedias con sus respectivas fechas, sirviendo de motivación o de acicate.

Específico: El objetivo debe estar meridianamente definido, sin lugar a malentendidos.

Los demás criterios que completan el acrónimo son:

Positivos en su enunciado: Es más potente decir “Piensa solo en ganar” que “no pienses en perder”. De hecho es imposible no pensar en aquello que te dicen que no pienses.

Entendidos: Todos hemos oído en alguna ocasión “Es que yo pensaba...”. Asegurémonos desde el minuto uno de que estamos en el mismo capítulo.

Relevantes: Uno de los principios de la productividad es asumir que no tenemos tiempo para todo. No perdamos el tiempo con objetivos insignificantes.

Legales: Me da un poco de pena entrar en esto y sin embargo es evidente que es necesario. ¿Se puede liderar desde la ilegalidad?. Es triste decir que va por barrios. Vemos continuamente en los medios a empresarios o políticos corruptos y siempre aparece alguien defendiéndolos como si la legalidad fuera opcional. Por lo visto es una cuestión de latitud geográfica. Afortunadamente, creo que cada día menos.

Ambiciosos: Nos encantan los retos, es algo tremendamente motivador. Hagamos de nuestro objetivo un reto.

Ecológicos: El respeto al medio ambiente debe ser condición sine qua non para cualquier objetivo.

Notificados por escrito: Un objetivo es un compromiso. Nada mejor que hacerlo constar por escrito como si de un contrato se tratara. Recordemos la anécdota de los estudiantes con objetivos escritos que cobraban 10 veces más que aquellos que no los tenían escritos.

Whitmore apunta otra condición de la mayor importancia. Los objetivos deben ser éticos. A mi me gusta enlazar este punto con el requisito que marcamos a nuestros alumnos del método Harada de ligar nuestros objetivos a nuestros valores, o como recomienda Covey, a principios.

Por último, hacer hincapié en la recomendación de establecer objetivos de desempeño. Es más eficaz definir nuestro objetivo como “Salir a correr una hora tres veces por semana durante 2 meses” que “Perder dos kilos en 2 meses”.

El cumplimiento o no de estos requisitos da una buena medida de la calidad del liderazgo de aquel que los propone y lamentablemente he sido testigo en demasiadas ocasiones de situaciones en las que el directivo justifica un objetivo “por que lo dice la central” o “por que son los mismos objetivos que me han puesto a mí”. Tanto el directivo como el subordinado salen perdiendo en este tipo de intercambio, de hecho es un “lose-lose” olímpico. Por un lado, la motivación del empleado acaba por los suelos al igual que la confianza en su superior. Por otro lado, el directivo pierde algo tan importante como su capacidad liderazgo al demostrar, no solo que no tiene ningún tipo de influencia en la definición de los objetivos de su propio departamento, sino ni siquiera una alternativa.

Integridad + Honestidad = Confianza

Se me ocurre como posible solución (a medias) separar los objetivos remunerados de los objetivos de desempeño. En general, aunque el establecimiento de la remuneración de los objetivos pueda provenir de un nivel superior nada impide a un responsable establecer para su equipo sus propios objetivos no remunerados. La honestidad puede salvar su liderazgo indicando al subordinado cuales son los objetivos que realmente espera de él y aclarando cuales vienen marcados por la organización y conllevan la remuneración correspondiente, a modo de lotería. Evidentemente, esta solución funcionará peor con comerciales y con puestos en los que la motivación fundamental sea económica que con aquellos con otro tipo de motivaciones.

Si se trata de sus propios objetivos, ya solo le queda ponerlos por escrito, hacer público su compromiso y a triunfar. Si necesita ayuda para alcanzarlos, en Impulso Coaching de Negocios somos especialistas en hacer que los objetivos se cumplan.

 
 
 

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